1926- Me pregunto a menudo por qué la cultura no obra el milagro y transforma la sociedad, como siempre algunos han dicho que podría suceder. La respuesta es simple, la cultura solo podría cambiar la sociedad si la gran mayoría de las personas que la componen se viera impregnada por ella, individualmente, y solo la suma de todas esas personas cultas, y según defienden algunos, por ello más sensibles y empáticas con los demás, y con los problemas comunes, estaría ya dispuesta a cambiarlo todo a mejor, si lograsen también no equivocarse en sus buenas intenciones.
La realidad es otra bien diferente, porque aunque todo este proceso fuese posible, adquirir esta cultura cuesta un gran esfuerzo, y no me refiero al esfuerzo económico que requiere la el conocimiento académico, no hablo de estudios, sino de cultura, la que se aprehende leyendo, viendo, probando, pensando, conversando, escuchando.
Ver una buena película, escuchar buena música, leer un buen libro, requiere un esfuerzo, porque estos actos nos ponen ante el espejo, nos revuelven por dentro, nos hacen pensar en cosas en las que nunca habíamos pensado, nos provocan sensaciones y sentimientos también nuevos. Este esfuerzo de enfrentarnos a lo nuevo y a nosotros mismos a través del arte, es el que nos hace crecer, y esta capacidad de hacernos crecer, es lo que diferencia un producto de entretenimiento, que también tiene su función y su momento, de una obra de arte.
Siempre ha sido difícil históricamente, en unas sociedades humanas siempre enfocadas en lo material, encontrar personas dispuestas a realizar este viaje, pero ahora en mundo todavía más insensible que nunca, más rápido, en el que el triunfo en cualquier cosa, a través de cualquier artimaña y a cualquier precio es la norma, en el que la inmediatez, la competitividad por el resultado material instantáneo son los objetivos generales, o al menos los que preconiza el sistema económico y social, y en el que la educación está dirigida casi exclusivamente a intentar satisfacer las necesidades del mercado laboral, y no a cultivar personas más sintientes y por tanto más humanas, este trabajo es ahora más difícil que nunca.
Fotografía de las pinturas de la Cueva de Altamira: este archivo está licenciado bajo la licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported .Atribución: Museo de Altamira y D. Rodríguez
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