domingo, 30 de enero de 2022

Preferiría

 Porque sufrimos existe Dios (si es que existe).

El sentimiento no atiende a razones, es actividad cerebral aunque no pensamiento, pero se puede aprender a sentir y eso sí que es inteligencia.

También la Tierra es el mar.

La selección natural no tiene moral, ni inteligencia, ni nada. Así el "éxito evolutivo", aunque inevitable, no es una virtud, sino todo lo contrario 

Parafraseando a Bartleby:

Preferiría no estarlo.

2 comentarios:

  1. Parece complicado que los educandos que no llevan en su programa de estudios la asignatura de Religión puedan entender el significado de los pasos de Semana Santa: la coronación de espinas, la oración del huerto…, es decir, las 14 estaciones del viacrucis del Mesías en Jerusalén en tiempos de Tiberio. Como bien escribía el catedrático de Teología pastoral en la Universidad Pontificia de Salamanca Casiano Floristán en El País (29/05/2003), “las tres fuentes de la cultura europea han sido la concepción filosófica y jurídica greco-romana, el patrimonio religioso judío y el legado del cristianismo, centrado en el Nuevo Testamento y en la figura de Jesús de Nazaret”. “Europa - añadía Floristán- es el resultado de la fusión de tres cosmovisiones, procedentes de tres centros culturales: Jerusalén, Atenas y Roma”. Jerusalén representa el monoteísmo (el Cristianismo, el Judaísmo y el Islam) que conviven en la misma casa “con derecho a cocina”; Atenas aporta el “logos” (pensamiento y razón); y Roma simboliza el derecho, basado en una recopilación de constituciones imperiales y jurisprudencia romanas integradas en el Corpus iuris civilis, de Justiniano. En consecuencia, no se trata de que la asignatura de Religión sirva para “adoctrinar” a escolares en el Cristianismo, sino de que estos educandos tengan una idea rigurosa de lo que ha significado la cultura religiosa en la modelación de la actual civilización occidental. Las catedrales están ahí, también el arte que se custodia en el interior de los templos: la geometría del Gótico, con sus vidrieras y rosetones partiendo de circunferencias o arcos; el Románico, con su sillería, los arcos de medio punto, los gruesos muros, las bóvedas de aristas, las troneras en las torres, las espadañas horadadas con vanos para campanas en monasterios cistercienses, etcétera. Hay quien entiende que la religión es un subproducto del proceso evolutivo del ser humano; o, dicho de otra manera, la consecuencia de cuando entra en juego la combinación de dos o más emociones primarias. Así, la combinación de felicidad y rabia genera venganza; la combinación de rabia y miedo produce los celos; y la combinación de miedo y felicidad lleva a la veneración. Por tanto, encomendarse a un santo, o a una virgen, mediante plegarias, novenas o procesiones para que cese una pertinaz sequía, para que no se hielen las cosechas, o para que desaparezca el escarabajo de la patata, es un “seguro” para aquel que tiene fe, con el consiguiente ahorro del pago que cubra la póliza ante esa situación de riesgo. Las catedrales, no cabe duda, se hicieron en su día a mayor gloria de Dios, consecuencia directa de ese proceso evolutivo desde los tiempos de Atapuerca, pero de difícil explicación.

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