domingo, 31 de marzo de 2019

El infame tesón (una de psiquiatras)

Paso a la consulta de la psiquiatra a la que hace ocho meses que no veo. El tiempo entre sesión y sesión suele ser de cuatro meses,  pero perdí una cita por motivos laborales.
Yo ingenuamente pensaba que si avisaba con tiempo de que no podía acudir, no me volverían a dar cita para cuatro meses después, sino que sería antes, pues me parecía inconcebible que una persona pudiera estar sin ver al  médico que le está tratando ocho meses, pero así ha sido.
Paso como digo a la consulta y entablo con la médico la siguiente conversación:
- ¿Buenas Enrique, qué tal te encuentras?
- Mucho mejor, he dejado de tomar aquella pastilla que como te dije  me producía tanta fatiga, le digo,  y continúo,  ¿recuerdas que me dijiste  hace ocho meses "Me dirás que soy muy mala porque no te quito la pastilla?" pues me la he quitado yo.
- ¿Y qué tal le ha ido el cambio?
- De maravilla, la he cambiado por un antidepresivo natural, el hipérico.
- ¿Y me habías dicho que te producía fatiga?
- En cada una de las sesiones que hemos tenido, que han sido en casi dos años cinco o seis. Cuando me preguntabas  que cual era mi mayor preocupación te decía "la fatiga que me produce esta pastilla, tengo ganas de hacer cosas y de trabajar pero me deja baldado"
-Pues si  esa pastilla no te la receté yo. dice, ya viniste de otro psiquiatra con esa pastilla.
- Es verdad, pues fíjate si llevo tiempo diciéndote lo mismo, de hecho ya te dije que me había quejado al anterior psiquiatra de lo mismo.
- ¿Y qué te producía?
-Excesiva sudoración y mucha fatiga, mira tus notas. Las mira y se queda sorprendida,  porque ve que lo que le digo es verdad.
- Bueno, pues lo apunto,  dice intentando esquivar el golpe. Me alegra mucho que me lo digas porque así lo tendré en cuenta también con otros pacientes.
Aquí ya la conversación sigue por otros derroteros. Afortunadamente, gracias a mi sacrificio estoy mucho mejor, así que a pesar de que no se disculpa, no insisto, y le cuento otras cosas.
La sesión acaba, me da cita para cuatro meses después, y cuando salgo del centro de salud, de camino a casa, pienso:
¿Cómo es posible que una persona que no escucha a un paciente, teniendo en cuenta que la única forma de saber lo que le pasa a un paciente de psiquiatría es escucharlo, haya sido capaz de sacar unos estudios de medicina y psiquiatría con lo difíciles que son? y me respondo a mi mismo : Con tesón.
Me pongo a divagar sobre lo peligroso que es el tesón para la sociedad en general, pues acaba colocando a las personas en puestos contrarios a sus cualidades personales. Así, esta persona con su gran inteligencia, con su sentido de la vista y con su memoria, ha accedido a un oficio en el que el sentido del oído es casi lo único importante. Tenemos aquí a una persona que gracias a su gran capacidad para el estudio ha acabado en un puesto en el que se requiere, no una gran capacidad de estudio, sino una gran capacidad de escucha.
No quiero ni pensar en la cantidad de pilotos de avión que gracias a su tesón, aunque sin inteligencia espacial, pueden estar ahora mismo pilotando, ni de los políticos que gracias a su ambición y a su tesón andan por ahí dejando de servir al pueblo para seguir ascendiendo en sus carreras.
Dejo de darle vueltas al asunto,porque no tiene remedio, me siento en un banco, saco de mi bolso un libro y me siento a leer al sol, para evitar tener que tomarme un orfidal.

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