Una mecedora, una máquina del tiempo, una pajarera que contiene un ser vivo muerto en vida que se balancea atrás y adelante, intentando retroceder hasta los primeros momentos de su existencia, o intentando despistar los tiempos presentes para llegar cuanto antes a los últimos.
La botella de oxígeno que la acompaña ayuda sin embargo a anclarla al presente, para que no salga despedida huyendo de la realidad, y tenga que quedarse aquí, como un holograma, yendo y viniendo, en una negación compulsiva del tiempo, a través de la noche y del día.
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