sábado, 22 de septiembre de 2018

Despertando

Me despierto con la sensación de haberme tirado por una ventana y de estar yaciendo, algo dolorido, en las tibias y enrojecidas baldosas de terrazo de un patio interior.

Poco a poco me voy desperezando, recoloco mis huesos con la habilidad que da la práctica, con el crack, crack, crack de los tobillos, de las rodillas, de los codos y de las demás articulaciones y tendones de mi cuerpo

Tomo del bolsillo interior mi pastillero de emergencia y de él saco unas cuantas píldoras al azar, que ingiero con envueltas en la poca saliva que hay en mi boca, con un solo golpe de garganta.

Salgo del patio por la ventana que da al descansillo del primer piso y me meto en el ascensor para llegar al sexto,  de donde procedo, y una vez en casa tomarme un café bien cargado.

¡Qué extraña y difícil se me haría la vida sin este primer café de la mañana! ese que me da fuerzas para llegar a la ducha. Nada como una buena ducha caliente para rememorar a diario la estancia en el útero materno y renacer a diario,otra vez limpio y envuelto en una toalla.

Todo esto es una operación que como adulto uno debe realizar por si mismo. La vida, al fin y al cabo es un gran ejercicio de onanismo.

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