Camina por la calle un hombre obeso. Lo hace con dificultad, la respiración entrecortada y la espalda vencida hacia atrás para compensar el peso de su barriga, El sudor le recorre las mejillas y moja también su camisa de cuadros grandes y rojos, de manga corta.
Tampoco le salvan del esfuerzo las bermudas y las zapatillas de deporte, al menos no tanto como él necesitaría.
Me pregunto como ha llegado a eso, a estar tan incómodo constantemente con el propio cuerpo ¿metabolismo, ansiedad, alguna enfermedad? . Verle me recuerda a mí mismo, cuando tuve mi primera depresión y engordé veinticinco kilos, pasando de ochenta y dos a ciento cinco.¡ Que difícil resultaba hacer cosas sencillas como subir una cuesta o atarse los cordones de los zapatos!
La respuesta es que todo sucede poco a poco, como le sucede al ludópata, al anoréxico, al, depresivo, alcohólico, al melancólico.
"El mundo es una enfermedad" me decía en broma siempre un amigo, y aunque yo no creo que esto sea cierto, pues el mundo también está lleno belleza y a veces hasta de bondad , miro a este hombre y veo al mundo, cada cual cargando con su peso, unos por fuera y otros por dentro.
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