lunes, 28 de septiembre de 2015

Descalzo



 Voy descalzo por la calle para poder sentir todas las superficies que todos los días veo.

 Las hay rugosas, ásperas, frías, sucias, granuladas...

 Al cabo de un rato con las zapatillas y los calcetines en las manos comienzo a no sentir los pies, helados y sucios.


 Todos los días repito la jugada e intento sentir mis pies descalzos en lugares conocidos.

  Un día me descalzo y entro en la iglesia. El calor de mis pies va dejando efímeras huellas en el mármol. Cuando me giro veo como se van evaporando como hizo mi fe.

 Mientras camino hacia el altar, en la iglesia vacía, me pregunto que hago yo allí ¿Estaré teniendo una recaída religiosa infantil? debo asegurarme, pero mientras esto ocurre un obispo sale de la sacristía lleno de oropeles y me reprende por ir descalzo en la casa de Dios.

  Sin inmutarme le contesto "¿Acaso no iba descalzo Jesús nuestro Señor?"

   Y me voy como he venido, como una aparición.

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