En mis sueños conduzco un viejo coche por pistas de tierra entre campos de
labranza de secano.
Salgo del coche y tengo tu aspecto, y eso que cogí el coche para huir de
ti.
Vuelvo a la casa de campo de la que huía y al entrar todo es sombrío y siniestro. Paso entre figuras familiares enfermizas,
moribundas. Subo la escalera de madera y allí nos encontramos de nuevo. Te doy
la espalda, vuelvo a marcharme por donde he venido, cojo el coche y en el mismo
recodo del camino me paro para comprobar con una gran angustia que me destroza
que tú y yo, en mis sueños, somos el mismo.
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