Zapatos nuevos
zapatos viejos
Me sorprendo mirando zapatos de verano delante de varios
escaparates, pero lo cierto es que si lo pienso tengo varios pares que, aunque
no son nuevos, tampoco están mal. Pienso en qué es lo que se esconde tras esta
pequeña compulsión. Está claro que la sociedad te impulsa al consumo, que los
escaparates son atractivos, pero también creo que las personas son en general
inteligentes y conocen las estrategias del mercado, así que tiene que haber una
razón más profunda.
Regreso a mis zapatos viejos y veo que para mí, en este momento,
esa es su cualidad esencial: son viejos. Parece que no los quiero ver envejecer
más. Quiero apartarlos de mi vista, que no completen su vida en mis pies,
conmigo dentro. Es como si evitásemos ver cómo acaban las cosas. Por eso nos
gustan tanto los niños y los cachorros, están lejos de la muerte.
Creo que esta huída de la muerte, del futuro, nos hace querer
comprar cosas que no necesitamos físicamente pero sí mentalmente, porque nos
ayudan a sobrevivir siendo un poco más inconscientes al rodearnos de cosas
nuevas que están de alguna forma un poco más vivas.
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