miércoles, 5 de junio de 2013

La chica de la limpieza.

           Cuando fui a vivir a aquella casa tan antigua una amiga mía, que entendía de estas cosas, me recomendó fervientemente que pusiera la cama debajo de alguna ventana para estar protegido de los espíritus. No me dijo por qué esto era más seguro, pero como el cuarto era grande y no me costaba nada hacerle caso, seguí su consejo por si las moscas y allí estuvo la cama todos los años que dormí en aquel edificio.
         No sé si fue por eso, pero aquella temporada dormí poco, como siempre, pero sin sobresaltos ni más pesadillas de las habituales.
         Por aquella casa-restaurante pasaron personajes alucinantes. Una de estas personas era una chica que nos hacía la limpieza de nuestra casa. Era pelirroja, bajita, algo rellenita, con unos ojos azules y una sonrisa algo inquietantes. No recuerdo su nombre ni de dónde había salido. Siempre la vi con una bata de rayas azules y negras tipo pescadero.
         Hacía bien su trabajo, pero tenía una manía que a mi madre,que aparte de llevar la cocina, es decoradora, le sacaba de quicio: le daba por cambiar los muebles de sitio sin consultar ni pedir permiso. Nadie sabe cómo movía aquellos muebles enormes siendo tan pequeña, ni cómo le daba tiempo a limpiar y a mover ella sola alacenas llenas de platos, armarios roperos, mesas de comedor con sus sillas, sofás, librerías repletas, sillones orejeros... Todo lo que era susceptible de ser movido tarde o temprano, ella, acababa moviéndolo, Mi madre, que estaba hecha a todo, al final ya ni se inmutaba. No sé cómo aguantó semejante intromisión en su intimidad, pero lo hizo.
         Un día subí a mi cuarto y vi que la cama no estaba en su sitio. Como aquel día estaba por ahí le pregunté: “Oye, ¿cómo es que has movido mi cama de sitio?” A lo que ella respondió, "Es que he pensado que aquí en el rincón estarás mejor y más caliente ahora que llega el invierno, porque esa ventana además no cierra bien. La verdad es que tenía razón en todo. El sitio era más cálido, más acogedor. Era cierto que la ventana no cerraba bien. Total, que le hice caso olvidándome de los sabios consejos de mi amiga.
         Aquella misma noche tuve una espantosa pesadilla, no tanto por el contenido si no por la intensidad. Soñé con un fantasma que llevaba unas botas negras. Desde el medio de mi habitación el fantasma dio un salto y cayó con una bota a cada lado de mi cabeza. Después, en mi sueño, yo veía cómo en el cristal empañado de la ventana estaba escrita la palabra "Extranus". Me desperté muy angustiado, cogí mi diccionario de latín y busqué la palabra. En el diccionario se leía: "Extranjero, de distinta nación o familia. De fuera de este mundo".
         Coloqué la cama en su lugar y le prohibí a aquella chica que volviera a entrar en mi cuarto. Y poco a poco volví a conciliar mejor el sueño.

martes, 4 de junio de 2013

Conversaciones de un tendero.

             Hoy ha venido un señor a la tienda y, sin mediar saludo ni nada, me dice:
                   ¿Tienen toricos y mulejas?
                   Disculpe señor, pero ¿cómo dice? le he contestado.
                   Ya se lo explico, ya. Mire, es que yo hago miniaturas de aperos de labranza y claro, ahora necesito los toricos y las mulejas para ponérselos.

domingo, 2 de junio de 2013

El Monaguillo. Una de músicos con muchos músicos con muchos músicos.

           Para los que no conocéis Zaragoza ni su vida nocturna de hace veinte años, El Monaguillo era un bar instalado en un sótano de la calle Refugio al que se accedía por unas escaleras metálicas laterales.
         Alguien me dijo una vez que aquello era parte del alcantarillado antiguo de la ciudad. Nadie podría negarlo,

sábado, 1 de junio de 2013

Una de señoras



         Hacía mucho que no me encontraba con una señora de las mías. En este caso era una abuelita benefactora. Tenía un aspecto entre la abuelita Paz y Yoda y andaba encorvada encorvada, ayudándose de la pared y de un bastón.
         Esa mañana me disponía a abrir la persiana y se me escapó el perno del que estaba tirando y, además de hacerme daño, la reja se quedó a medio subir.

jueves, 30 de mayo de 2013

Una de Fantasmas

Cuando uno va a vivir a una casa tan antigua lo primero que piensa es, ¿habrá fantasmas? En nuestro caso ya lo sabíamos porque antes de ir a vivir allí nosotros ya había vivido antes mi tía y ya llevábamos muchos años trabajando en aquella casa. Había fantasmas. Lo que no estaba claro era cuántos ni por dónde.

sábado, 25 de mayo de 2013

Deporte... y casi muerte en Venecia.

           No sé por qué, estando con Anabel en Venecia, se me ocurrió entrar en unos grandes almacenes tipo C&A y comprarme unas zapatillas de deporte para hace un poco de ejercicio. ¡Menuda tontada!, pensé para mí. ¡Con la de cosas que hay que hacer y que ver aquí y a mí, que hace años que no corro, se me ocurre justo hoy!

Un servicio de comidas de infarto.

     En aquel restaurante, donde vivíamos y trabajábamos, ocurrían cosas de lo más absurdas. Un día, a la hora de comer, no sé por qué razón alguien de la familia acudió con unos gitanos, a los que había reclutado por el barrio, para que, a cambio de una propina, bajasen y se llevasen a un vertedero los escombros que habían salido de la reforma del edificio.

viernes, 24 de mayo de 2013

La Madalena . La historia de mi integración.

La Madalena. Historia de mi integración.

         Hace ya diez años que vivo en el Barrio de "La Madalena" de Zaragoza. Antes ya había vivido en El Tubo, así que ya estaba curado de espanto. Como payo, creo que me he adaptado bien (hay que tener en cuenta que soy yo el que está en su territorio) y nunca he tenido problemas con los gitanos, así como yo he intentado no darles problemas a ellos.
         Sí que hubo algún problema con una pareja de italianos que

jueves, 23 de mayo de 2013

Pedro. Mi tío y a pesar de ello mi amigo.

    La primera vez que vi a mi tío Pedro yo tenía catorce años y él estaba sentado a una mesa de nuestro restaurante. Creo que tenía un compromiso y mis padres le estaban echando una mano. Además,  mis padres que ya sabían que yo quería ser músico, querían que lo conociera porque él había formado parte del grupo Chicotén, que se dedicaba a recuperar temas de música tradicional aragonesa. Lo de este grupo es un caso muy curioso en toda la historia de la música

La peluquería del Casino Mercantil. Otra historia del Tubo.

       Pocas personas saben tanto como yo de restaurantes porque pocas han tenido  la oportunidad de vivir dentro de uno.  El nuestro, el negocio familiar, estaba en el tubo Zaragozano y después de algunos años  y de dos mudanzas, nos vimos obligados, por motivos económicos a habitar las tres plantas superiores del edificio.
  Nosotros mismos, con la ayuda de amigos, rehabilitamos las tres plantas en los descansos entre el servicio  de comidas y el de las cenas.