jueves, 30 de enero de 2014

El patinador



La vanidad del patinador sobre hielo. Él es el mejor del mundo, de Europa, de su país, de su club... da igual, lo importante es que él lo sabe pero, ¿mejor en qué? ¿Ha desarrollado una vacuna? ¿Ha inventado algo? No, pero la tele retransmite su actuación porque es difícil y él es un ser disciplinado. Le hacen planos cortos, planos largos, medios planos mientras se desliza.

El patinador sonríe en medio del esfuerzo como si no sudara, como si no fuera una persona, como si fuera un ser casi divino que fuera en realidad capaz de patinar sin esfuerzo. Repite sin cesar lo que otros hicieron ya. A veces se cae y enseguida se pone de nuevo en pie, siempre sonriendo en una mueca antinatural y también largamente ensayada y la tele lo retransmite, lo retransmite, lo retransmite.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Los Lunáticos

Ya, ya, ¿pero qué pasa cuando la tristeza es tan intensa que no te deja dormir?
Aunque mantengas el tipo y nadie se dé cuenta o aunque los demás se den cuenta y crean que estás triste porque tienes problemas económicos o roces con tu pareja que también podría ser, cuando esta tristeza, que es como un mar de fondo que llevas dentro y que no cesa, se apodera de nuevo de ti, a los pocos días de no poder dormir, como digo, a veces, cuando recuerdas algo o a alguien, te das cuenta de que ese recuerdo no es real. Es un trozo de sueño que no recordaste al despertar y que aflora de repente en ese momento preciso. O puede que quizá la mente siga soñando siempre, en todo momento y que no nos demos cuenta, igual que la Luna sigue en el cielo aunque no la veamos durante el día a causa de la luz de los rayos del Sol.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Por partes

Me encuentro con Dani Clemente y le cuento la situación: no me han cogido en la única entrevista de trabajo que he hecho, llueve y no he podido poner los carteles de mis clases particulares de guitarra. Le cuento que estoy pensando en vender mi cuerpo pero que comprendo que a mi edad y en mi estado solo lo podría vender por partes. Que si un trocico de hígado, que si un riñón, que si una córnea, cuarto y mitad de retina...
Él me mira y me dice muy serio, «Quique, no te subestimes, conozco a un par de ancianas a las que les podrías interesar».

Me emociona su confianza en mi futuro. Me abalanzo sobre él y le beso y le abrazo.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

El corte de pelo

La primera vez que me rapé el pelo lo hice sin saber muy bien por qué. Era un crío y quería llamar la atención, o algo así.
Recuerdo el tremendo grito que profirió mi madre cuando me vio y el coñazo que me dio durante años; primero por habérmelo cortado, segundo para que de alguna forma ocultara mi «error» por medio de sombreros y gorras y, ya más tarde, tuvo el resto de la vida para recordármelo a mí, a mis amigos, a mis novias y a todo el que se le pusiera por delante.

jueves, 5 de diciembre de 2013

La Mancha



Una mañana Axl, al salir de la ducha con el pelo mojado y retirado hacia atrás, descubrió que tenía una mancha verde en la oreja derecha, justo en la parte superior del pabellón auditivo. Pensó en que las sábanas podían haber desteñido, pero las sábanas no eran nuevas y además eran blancas. Las toallas eran amarillas. No tenía ningún champú ni jabones nuevos. Intentó quitarse la mancha frotando con la esponja y con jabón. Se frotó también con la parte áspera de la esponja pero solo consiguió enrojecer el resto de la oreja. La mancha verde seguía allí. Se peinó como pudo y con bastante buen resultado, cambiándose la raya de lado y gracias a su melena corta, logró esconder la mancha de forma que nadie notara que la tenía.

lunes, 25 de noviembre de 2013

La señora del caballo

Hace tiempo, en la Calle Mártires, había una señora con poco pelo a la que por alguna razón le gustaba meter gallinas vivas en el pequeño escaparate de la relojería que regentaba. En la calle Osaú tenía también un pequeño almacén. Se trataba de uno de los cuatro o cinco locales que algún genio había dejado construir adosados a la Iglesia de San Gil. Eran casi casetas que afeaban el lateral de la Iglesia y su torre Mudéjar.

viernes, 22 de noviembre de 2013

la estufa

Un niño intenta dormir en una noche heladora. Está en la cama vestido y con el abrigo puesto, pero su cuerpo no genera suficiente calor como para que su ropa le caliente. El suelo del cuarto está lleno de suciedad y polvo, de cartones, de trapos, de ropa sucia, de camas y de un sinfín de objetos, algunos de ellos indescriptibles. Otros seres humanos, su familia, duermen vencidos por el agotamiento.

martes, 19 de noviembre de 2013

El salto

Vuelvo a casa caminando y ya a lo lejos veo que la policía ha cortado la calle. También hay una ambulancia y un cuerpo medio tapado bajo una manta en el medio de la calzada. Está a la altura del portal de al lado. Algo impresionado paso de largo y subo a casa. Mi mujer me cuenta que una chica se ha tirado desde el quinto piso. La ha oído caer cuando estaba llegando a casa y ha ido a socorrerla junto con otras personas. Ha sido terrible. Pronto ha venido la ambulancia con los sanitarios que, después de darles las gracias, les han dicho que se marcharan. Ya se ocupaban ellos. Mi mujer está afectada como no podía ser de otra manera.
La ambulancia y la policía no se mueven durante mucho rato y no sabemos si la chica está muerta y están esperando a que llegue un juez a levantar el cadáver o a un médico para que certifique la muerte, si está agonizando o si se ha salvado. La damos por muerta porque pensamos que si estuviera con vida la habrían llevado a toda prisa a un hospital.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Los fiambres.

Cuando vives en una calle con algunos vecinos ruidosos muchas veces te gustaría que dejaran de gritar. Da igual que se cambien de barrio o que les atropelle un camión. Lo que sea con tal de tener algo de silencio.
Nuestros vecinos de la casa de enfrente eran así.
Como no sabemos sus nombres y tampoco nos apetece mucho acercarnos a ellos amigablemente para establecer una cordial relación de amistad, cada uno tiene su mote.
El “Tus muertos” tiene ese nombre porque el día que aterrizó en la casa de la que suponemos era su señora lo hizo gritando “¡Tus muertos!”. Prácticamente era lo único que gritaba o al menos lo único que se le entendía de todo lo que gritaba. La misma noche que llegó destrozó con un martillo el cristal de la puerta de su propio portal para que corriera un poco de aire en su nuevo hogar, que era un bajo. Después de aquella aparición triunfal el hombre se serenó y la verdad es que ya solo gritaba “Tus muertos” cuando le azuzaba su mujer.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Pelando patatas

Hemos cerrado la tienda y de momento no tengo trabajo. Es domingo, mientras tomo un café en una terraza me llama un amigo. Este amigo inauguró un bar hace una semana y fuimos a la fiesta que dio aquel día, por lo visto les ha fallado una camarera. “¿Que si puedo quedar para habar con él? Claro que sí. ¿Qué si puedo entrar a trabajar dentro de una hora? Por supuesto”. Me voy a casa a recoger algunas cosas y me dirijo al bar. Como lo acaban de abrir justo antes de las fiestas del Pilar apenas han tenido tiempo de preparar tapas y las van haciendo casi sobre la marcha. Gabi, que así se llama mi amigo, me presenta a Lucía, la camarera y a Alex, su socio, que además es también el cocinero. 
Es Alex el que necesita más ayuda, así que una vez que ya nos conocemos me lleva a un office (en español “antecocina”) y me sitúa delante de un saco de patatas. A mí siempre me han gustado este tipo de trabajos manuales que requieren la participación de una parte del cerebro, que lo aquietan por medio de los movimientos repetitivos y que dejan la mente ya relajada dispuesta a un tipo de pensamiento sereno.
Desde mi cubículo oigo partes de conversaciones mezcladas con risas, gritos y con la bocina que mis nuevos compañeros tocan cuando alguien deja “boooote”, a lo que sigue un “Que nos vamos a Cubaaa” que recitan con guasa una y otra vez.
Las voces me transportan a momentos de mi vida en los que he estado adormilado. Me recuerdan las voces que escuchaba a lo lejos cuando estuve en coma, pero sobre todo me dejan tiempo para estar tranquilo.
Yo pelo patatas y las voy cortando unas veces cuadradas para las bravas y otras en lonchas finas para hacer huevos rotos. Pelo, corto, pelo, corto y me siento por fin en paz.