Un buen día, sin una sola nube, sin tristeza, sin discusiones, sin problemas.
Un buen día, sólo el Sol, la hierba y el viento.
Un buen día, un sueño.
miércoles, 26 de octubre de 2016
martes, 25 de octubre de 2016
Polvo
Los atardeceres son más bellos que los amaneceres, con todos esos tonos rojizos, naranjas, rosas y malvas.
Leo que esto se debe a que por la tarde hay más polvo en suspensión en la atmósfera.
Lo que el libro no dice es si el polvo se decanta por la noche y cae a la superficie terrestre, como se posa el barro de un agua turbia si pones un poco de ella en una jarra.
lunes, 24 de octubre de 2016
La mente viaja
La mente viaja sin cortapisas. Un pájaro estampado en una blusa, encerrado en su jaula de tela, me transporta a los amaneceres veraniegos, al campo que despierta poniendo en marcha también mi vida, al olor de las castañas asadas en las vacaciones de invierno, a las ranas croando en la oscuridad de mi cuarto viejo y frío entrometiéndose en mis sueños, a la calidez de la chimenea encendida.
La protección y el cuidado eran entonces la felicidad entera.
De pronto un frenazo. Lo siento en la espalda, que choca con una barra. La chica de la blusa de pájaros se levanta. Le toca bajarse en la próxima parada.
domingo, 23 de octubre de 2016
Uno deJulio
Uno de julio, salgo a la calle y me parece que se me echa encima el invierno. Tengo la niebla muy dentro y no me la quita de encima el sudor ni el calor de la estrella más densa.
Alzo la cabeza, las bicicletas siguen guardadas entre la bruma en los balcones.
Siento en en la boca el sabor de una menta amarga y lenta.
sábado, 22 de octubre de 2016
Patines
Si lo piensas bien, si lo recuerdas fielmente, nunca has tenido una tristeza tan profunda ni tan pura como la que tuviste cuando eras niño.
Los mayores miedos, las grandes alegrías, todas ellas enormes, como nunca.
Las emociones nuevas, como los patines nuevos, cuanto más nuevas más se sienten, más ruedan.
viernes, 21 de octubre de 2016
Hospital
Lo mío es una infección de orina importante. Tras el ingreso
hospitalario el sábado por la noche y tras el primer gotero de antibióticos el
dolor y los demás síntomas desaparecen, aunque sé que no me darán el alta al
menos hasta el lunes o el martes.
Tengo suerte con el compañero de habitación. Nada más llegar
lo primero que hago es bajar la mampara que a modo de cortina separa ambas
camas y me da un poco de intimidad.
El señor del otro lado y yo no nos molestamos en toda la
noche.
La mañana va pasando con las rutinas habituales y conozco a
mi compañero, un señor mayor. El motivo del silencio nocturno es que el pobre
no está para muchos trotes.
Llega el cambio de turno para los cuidadores de Rafael, que
así se llama el hombre. Esta tarde está su mujer que llega con la hija de
ambos, una chica con discapacidad mental que se pone nerviosa “Pípi” “Caca”
dice cuando le toca cambio de pañal a Rafael.
Poco a poco me voy enterando de lo que le pasa tiene un
cáncer que le afecta al páncreas, al hígado y al estómago pero no está aquí por
eso, la válvula que debería ayudarle a distribuir el alimento por su cuerpo no
funciona y hasta que su cirujano no vuelva de vacaciones no pueden operarle,
pero tampoco está aquí por eso, hace unas semanas le dio un ictus y no puede
mover la parte derecha de su cuerpo, por eso no puede moverse de la cama y de
ahí los cambios de pañal.
Él no se queja mas que de dolor en la garganta, me figuro
que por efecto de la quimioterapia y de la radioterapia, le duele a cada
momento y sobre todo al tragar.
Hoy Rafael quiere dormirse y que le dejen en paz así que
apagamos la luz y yo leo en mi libro
electrónico que por suerte tiene luz.
La tarde siguiente también aparecen su mujer y su hija que
empieza a gritar. “Calla” dice Rafael “Calla” repite Yoli riéndose, la madre
dice “bajito, bajito”, “Bajito, bajito” grita Yoli. Su madre se la lleva a dar
un paseo.
Rafael y yo nos quedamos dormidos y al cabo de un rato oigo
entrar a la madre y a la hija, “Cantar, cantar” dice Yoli, “Bajito, bajito”
replica la madre y Yoli empieza a cantar bajito una especie de arrullo que es
profundo, suave, fuerte y desesperanzado como una oración, Yoli lo acaricia
todo con una voz que recuerda a los cánticos rituales de las tribus de indios
americanos, me llega a lo más profundo del alma, bajito, bajito, y yo me
estremezco y pienso en lo bello que es el mundo a pesar de los pesares.
jueves, 20 de octubre de 2016
Cansada
Sé que estás cansada, cansada de todo, también de mí, noto tu hartazgo .
Tú todavía no sabes que es, porque también es verdad que me quieres.
Pronto ya no estaremos juntos. Lo intentaremos pero surgirán mil problemas.
Tus mensajes son cortos, lentos, tu atención escasa. Ya estás huyendo de todo lo mío, de lo más lejano, de lo más extremo a lo más íntimo y cercano.
Ese es el recorrido inverso al amor por eso, el amor, también está ya lejano.
Tú todavía no sabes que es, porque también es verdad que me quieres.
Pronto ya no estaremos juntos. Lo intentaremos pero surgirán mil problemas.
Tus mensajes son cortos, lentos, tu atención escasa. Ya estás huyendo de todo lo mío, de lo más lejano, de lo más extremo a lo más íntimo y cercano.
Ese es el recorrido inverso al amor por eso, el amor, también está ya lejano.
miércoles, 19 de octubre de 2016
Ni siente ni padece
Ponerse en la piel de alguien que ni siente ni padece ¿En primer lugar, es esto posible? Y suponiendo que fuera posible ¿Se podría volver desde ese grado de insensibilidad a la vida humana o habría un punto de no retorno como sucede en los orgasmos pero en versión cutre, tras la que ya no sería posible regresar a la conciencia?
Siempre he pensado que no hay ninguna máxima, ni siquiera la cartesiana que sirva para sostener luego otra cosa que no pueda ser rebatida. ¿Pienso luego existo? No parece resistir esta frase el análisis de un simple aficionado como yo mismo. Cuando estuve en estado de coma no pensaba, pero existía, quizá no era consciente de mi propia existencia pero existía y cualquiera con una cámara fotográfica podría haber dejado constancia empírica de este hecho.
Argumentan los defensores de dicha máxima que lo que quería decir Descartes (ya empezamos con explicaciones a lo Faemino y cansado) es que existo porque sé que existo, que la conciencia da sentido a la existencia, puede, al menos para el ser pensante, pero como todo el mundo sabe ese “sentido” es algo subjetivo, para mi mismo, por ejemplo, el tener conciencia de mi mismo no da sentido alguna a mi existencia, me da conocimiento de ella, si es que decido creer en mi conciencia, nada más.
Volviendo a la pregunta inicial ¿Es posible ponerse en la piel de alguien que ni siente ni padece?
Como todo, nadie lo sabe y más nos valdría a Descartes a mí y a todo el mundo dedicarnos a solucionar las cosas importantes que son las que le joden la vida a la gente en vez de, como todos los “grandes filósofos” , gastar su “increíble inteligencia” en disputas que no van a ningún lado.( Vaya listos de los cojones).
Como dijo el gran Tolstoi “El preguntarse eso es como preguntarse qué pasaría si ahora en vez de ser verano fuera invierno”.
Para que no parezca que me escaqueo de responder a mi propia pregunta sólo diré que me parecería más adecuado a la realidad humana el decir “Siento luego existo” así se responde a la pregunta, si una persona no siente ni padece no existe y por tanto el ponerse en su piel sería algo así como morirse en vida, pasar a otro estado de cosas de las que nunca se ha podido regresar.
martes, 18 de octubre de 2016
Guepardo.
El guepardo salta a la carrera en una milésima de segundo y alcanza su máxima velocidad en otro instante. El aire, antes inofensivo, golpea con fuerza sus párpados y los tallos de la maleza arañan su bella piel rayada. Al caer, tras cada salto, sus pezuñas sufren contra las piedras y contra la aridez del suelo terroso y duro de la sabana.
De todo esto el guepardo nunca se queja. No exhibe sus debilidades y así nadie sospecha que a veces pasa hambre cuando se le escapa una presa.
En esta astucia descansa la dignidad y la belleza del guepardo cuando arranca, cuando duerme, cuando descansa, cuando está quieto, cuando observa, cuando piensa.
lunes, 17 de octubre de 2016
Las palomas y el tranvía.
Una paloma ha acabado bajo las ruedas del tranvía. Sólo quedan de ella algunas plumas ensangrentadas entre las hendiduras de las vías.
Las palomas, como no podía ser de otro modo también se están quedando sordas, igual que nosotros. También a ellas se les embotan los sentidos con el ruido y con la contaminación.
Los tranvías por el contrario se han quedado mudos, hoy día son silenciosos, algo curioso en medio de tantos decibelios de tal forma que tampoco los humanos los oímos venir y ellos pierden parte de su esencia no anunciándose al llegar.
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