sábado, 25 de agosto de 2018

Sucedaneo

Bajo a pasear en busca de gatos callejeros, y recuerdo que somos oportunistas como ellos. Si no cazamos un buen ratón nos conformamos con un grillo, aunque no tenga carne y sea difícil masticar su seco exoesqueleto.

Nos conformamos con jardines y parques, en ausencia de bosques, y si no hay ríos cerca o mar, con las piscinas, con pisos cuando no hay casas y de esta manera todo va tirando de forma provisional y definitiva

Así son las cosas por fuera del cuerpo, sin embargo el interior es otra cosa, allí los sucedáneos no pasan el filtro del tiempo y desgastan  la mente.

Cuando tras mucho luchar por comértelo, acabas por fin vomitando el sucedáneo del afecto, el alma queda dañada y esta herida que no es del cuerpo es difícil de tratar, no se sabe a veces dónde para y los medicamentos no llegan nunca a la raíz del tumor.

Llego a la ribera del río,que a pesar de estar casi rodeada de edificios conserva parte de su naturaleza. 

Los árboles y las algas no se conforman con otra tierra ni con otro Sol, ni pueden vivir del agua embotellada.

viernes, 24 de agosto de 2018

Victoria

A fuerza de estar en él soy ya un dique seco en un dique seco.

Donde hace tiempo los barcos penetraban para después ser eyaculados de nuevo al océano

En su estancia me protegían de las quemaduras diurnas y en la noche su abrigo era mi rebozo

La maleza fue creciendo a lo largo de mis costados,  así que sólo pude crecer hacia dentro, hacia lo profundo

¿Quién puede sobrevivir aquí fuera a una existencia como esta?

Han ido pasando una y otra vez las estaciones

Hoy siento como me despedazan cientos de martillos neumáticos

Los insectos vuelan en círculos sobre mi pequeño trozo de cielo

La muerte es al fin la victoria

miércoles, 22 de agosto de 2018

Asanas

Te veo y me cuentas que te has vuelto más sabia, capeando el temporal del que ambos estamos saliendo, por fin, separados.

Pienso que eso es sólo experiencia, esa que se va adquiriendo, se quiera o no, con el paso de la vida y del tiempo

Para tener sabiduría hace falta un poco más de sufrimiento, ese que tú entierras bajo la meditación y las asanas

A día de hoy ninguno de los dos sabemos qué fue lo que te pasó

Y es que nadie conoce su propio pasado

La memoria está enlodada como el parabrisas de un camión tras una tormenta de barro

Sin saber qué ocurrió viajamos a tientas

Sin conocer el punto de partida es difícil saber si se ha llegado a alguna parte.

Aun así, hay quien no ve las bolsas de aire que atrapan los árboles entre sus ramas para lavar con ellas, como si se tratara de húmedas esponjas, el polvo adherido al envés de sus hojas más interiores, esas a a las que no llegan la brisa, ni la lluvia , ni la luz del Sol.

lunes, 20 de agosto de 2018

Auto engaño

Uno, como el resto de los mortales, se auto engaña de vez en cuando

En todo hay grados y maestros. Hay quien se cree sus propias mentiras internas, en las que una parte de si mismo se deja engañar por otra, como quien es capaz de jugar solo una partida de ajedrez y ganarla.

domingo, 12 de agosto de 2018

Que cambien

¿Cómo te va?

Depende tanto de eso...  ¿No es cierto?

Qué expresión tan adecuada a la existencia humana. La vida nos va o nos viene como si nos sobrevolara, ajena a nosotros mismos y a nuestros anhelos

Nos vaya bien o mal sólo podemos esperar a que los vientos cambien

jueves, 9 de agosto de 2018

Callar

Nos enseñaron sobre todo a callar y a no hacer ruido, con escaso éxito, porque el ser humano necesita ser escuchado, percibido, soñado, deseado y por fin tocado y amado.

Así, entre la resistencia de todos a escuchar y la necesidad de todos de ser escuchados, se organiza esta torrentera de ruido que no cesa y que todo lo arrasa, en la que nadie escucha y en el que nadie puede ser escuchado.

lunes, 6 de agosto de 2018

Equilibrio

Sólo se puede mantener el equilibrio durante un tiempo finito. Como hace el fibroso funambulista de bigote engomado, que enfundado en su blanca camiseta de tirantes, en sus blancas mallas ajustadas al cuerpo, aseguradas por unas tiras elásticas bajo las plantas de sus pies, y sostenido por unas bailarinas también blancas, flexibles, con sus suelas embadurnadas de resina, balancea su pértiga infinita sobre la sirga trenzada entre dos rascacielos.

Una antigua lesión en las lumbares, un inesperado tirón en el gemelo izquierdo, un pájaro que se cruza en el punto de fuga en el que el equilibrista sustenta todo su artificio, una rugosidad excesiva en el cable que se extiende tenso como el nervio ciático entre los riñones y los huesos del tobillo, puede provocar  la caída del cuerpo, entre dos espejos que se abaten el uno sobre el otro, cerrándose como las fauces de una planta carnívora, dejando al acróbata atrapado en la repetición de miles de oscuridades, multiplicadas unas en otras, en un abismo invisible y eterno