viernes, 22 de diciembre de 2017

Poesía

De nada sirve tener la mirada cayendo en otros lugares más extensos, más profundos, más elevados.

El vuelo es corto, la caída  segura.

Las calles tironean de mi camisa y de mi memoria, recupero entonces mi desesperanza y mi lirismo

La poesía no es más que tristeza: La antesala de la enfermedad, de la agonía y de la muerte.




jueves, 21 de diciembre de 2017

La gente se cansa

La gente se cansa de bucear en tus abismos, de seguir pasos ajenos,de ser condescendiente y amable, y siguen su propio camino, como corresponde.

Da igual lo que te dijeran tus amigos en la adolescencia o en la juventud, o tus amantes durante años entre las sábanas.

No se considera esperar a los heridos, ni mucho menos remolcárles, o hacerles un hueco en el transporte. No hay coche escoba que valga.

La vida sigue avanzando siempre y la gente camina rápido, intentando que no le atrape el tiempo, y mucho menos su propio pasado, ni su memoria.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Playa


Camino ya por la tarde por el paseo marítimo y veo asombrado gente en la playa, sentada en sus hamacas, dándole la espalda al mar, entonces me pregunto, si no quieren ver el mar  ¿A qué coño han venido?   Observo más atentamente y me doy cuenta de que no es que estén locos, es que prefieren calcinarse tomado el sol y van moviendo sus asientos hacia él, como si fueran girasoles.

Imagino que estas personas son presas de un frío interior indescriptible, que necesitan ese calor solar para mantenerse vivas en su interior, allí abajo, fuera del alcance del mundo, como si fuesen, ballenas o  mantas rayas en mitad del océano y mirasen hacia la luz, buscando consuelo, a través de una atmósfera densa y acuática.

viernes, 8 de diciembre de 2017

"Que salga preparada"

Estoy leyendo en un bar, y  pesco al vuelo, no por gusto,  una conversación entre unas señoras sobre las notas de sus nietas adolescentes, una de las cuales está presente, y juguetea con su teléfono móvil.

Tras las consabidos comentarios acerca del sistema educativo una de ellas dice: "Mientras salga bien preparada..." ¿Preparada para qué? pienso yo ¿Para la vida?  ¿Para el dinero? ¿Para la vida laboral? ¿Para la vida emocional?

Seguramente nadie se habrá preocupado de inculcarle a la chica el placer por la lectura. Este sí que es un recurso útil, con el que uno puede defenderse y puede  aliviar, gratuitamente, todos los pesares de la vida, esos para los que nada ni nadie puede prepararte.

Me dan ganas de levantarme y de regalarle a la nieta uno de los libros que siempre llevo conmigo, pero me contengo para no parecer un loco, mientras me digo a mi mismo que además sería inútil, porque que para ella, me temo,  ya es demasiado tarde.


jueves, 7 de diciembre de 2017

La picaraza

 Son las cuatro de la tarde y me dirijo a  a abrir el bar del parque donde trabajo. La pequeña construcción tiene dos plantas y en la escalera que lleva a la terraza superior, encuentro una picaraza atrapada, que pugna por salir a cielo abierto golpeando su cuerpo contra  frío y duro cristal  de la puerta.

Como con su histérico aleteo no me deja acercarme al pomo de la puerta para abrirla y permitir su huida,  la voy empujando como puedo hacia la planta de abajo, donde ya he dejado abiertas las dos grades puertas de entrada al público, pero ella, en vez de seguir la corriente da aire fresco, se dirige hacia el gran ventanal del comedor, donde vuelve a chocar contra el vidrio, tras el que se ven los chopos y las ramas de los sauces cayendo en el río, y por el que entra la luz gris y aterciopelada de la tarde nublada.

Aprovechando que la picaraza está abajo, subo corriendo a la puerta de la terraza de arriba y la abro, después bajo a por ella y armado con un trapo de cocina la azuzo hasta que logro que encuentre de nuevo el hueco de la escalera y la salida del edificio, entonces la oigo chirriar, libre, contra las nubes en mitad del viento.

Cuando todo esto acaba, y mientras sigo con la apertura del establecimiento, me da por pensar que las personas somos como esa picaraza, empeñados en herirnos furiosamente contra los contra los cristales de la vida en vez de buscaros una salida.



lunes, 27 de noviembre de 2017

La luz al fin del túnel (Letra de canción)

Tu amor cupo en una maleta, el mío esparcido y sin embalar
las cosas que van sucediendo, no me quitan las ganas de andar

Y la luz al fin del túnel ya, va llegando sólo hay que esperar

Después de hacer todo el camino
Tirar tu toalla justo al final
y no concederle a la suerte, ni momento ni oportunidad

Y la luz al fin del túnel ya, va brillando sólo hay que esperar

Y aunque a veces te sueño, no es para más
que para saber que no estás

Tu amor cupo en una maleta, el mío esparcido y sin embalar
las cosas me van sucediendo, no me quitan las ganas de amar

Y la luz al fin del túnel ya se ve
qué brillante no me perderé

Y la luz al fin del túnel ya se ve
cómo brilla no me perderé.

sábado, 25 de noviembre de 2017

El anillo

Parecía un anillo de plata vulgar y corriente, feo, plano, brillante por dentro y mate por fuera, fino y lleno de pequeñas rayas y de abolladuras causadas por el uso, y sin embargo, tenía una gran cualidad.

Lo compró en la platería de al lado de su casa justo después de separarse. Siempre había querido llevar una alianza, pero como a su ex-mujer, los anillos no le hacían ninguna gracia, dejó el asunto de lado mientras estuvo con ella. Fue cuando ella lo abandonó, cuando decidió encargarlo.

Tras el divorcio se derrumbó. Se sentía como si su cama, en la que ya pasaba casi todo el día, hubiera sido trasladada a un edificio en pleno proceso de demolición y la gran bola de acero, con la que se derruían las paredes y las vigas de hormigón armado, lo golpeara a él de lleno, a cada momento, con cada respiración.

Al verlo tan destruido, su psicóloga, le recomendó que comprase un objeto que pudiera llevar siempre encima a modo de amuleto, de tal forma, que pudiera tocarlo cada vez que comenzase a sentir las palpitaciones, el sudor frío, el ahogo, las nauseas o el dolor en el pecho que le producían su ansiedad y su depresión. Mientras la psicóloga hablaba de todo esto, él pensó inmediatamente en un anillo. Si aparecían los síntomas, dijo la psicóloga, debía  tocar ese objeto, y repetirse a si mismo una frase:  "Ahora estoy en el presente, soy adulto y tengo los recursos necesarios para estar en el mundo y para salir adelante".

Unos días después de la consulta psicológica recogio su encargo. En cuanto deslizó el anillo en el dedo anular de su mano izquierda y el calor de su cuerpo se trasladó al metal, una tranquilidad desconocida se apoderó de él, los latidos de su corazón y su ritmo respiratorio se habían acompasado. No podía imaginar que aquella treta casi infantil, pudiera darle tantos y tan rápidos resultados: un amuleto, un mantra, un poco más de valor y de constancia y su enfermedad podría ser combatida y quizás conjurada para siempre.

Pensó entonces en lo finas que son las lineas que separan las cosas verdaderamente importantes, como la enfermedad y la vida, tanto, que a veces basta un tosco anillo de plata para curar,los males del alma, del cuerpo y hasta de los sueños. Basta con un objeto cualquiera que sirva para forjar una alianza,  para comprometerse con alguien, aunque a veces ese alguien, sólo pueda ser, por exigencias del guión, uno mismo.