En el centro de la galaxia hay un sumidero que acaba, con todas las curvas de su silenciosa espiral, en un lleno absoluto.
Hacia él se dirigen las amorosas y extenuadas estrellas, llevando a cuestas sus sistemas planetarios y con ellos sus planetas, sus satélites, sus cinturones de asteroides y sus cometas.
Se abisman en este centro también el espacio, el tiempo y la luz, toda la luz.
Cuando por fin lleguemos deseo sentir el abrazo comprimido de toda esa materia.
Un fuerte abrazo, uno eterno, que es el que corresponde a un agujero negro.
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