En el bar chino el niño chino come un churro rebozado en azúcar.
Su madre se lo ha dado con un extremo envuelto en una servilleta.
El niño chino se sube a una silla se acomoda en ella con su churro chino y le da largos lametazos, entre uno y otro,como no podía ser de otra manera, se relame mientras todo lo mira, aquí en España.
Estos son y ya sus recuerdos de infancia.pronto los mirará desde esta misma altura de sus tres años.
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