Las palabras tienen gravedad. Fuerza de la gravedad. Hay que tener cuidado con ellas porque nos rondan por dentro sin permiso,a sus anchas por la cabeza y allí también pueden hacernos daño.
Son como asteroides que se escapan de sus cinturones espaciales y una vez puestas en camino rompen el equilibrio de las órbitas de los planetas y de los satélites.
Hacen y deshacen el equilibrio de todas las relaciones y sobre todo, una vez pensadas y dichas, o no dichas, cambian nuestro mundo interior y nuestro pasado para siempre.
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