lunes, 9 de septiembre de 2019

Relojes sincronizados

Los relojes raramente se ponen en hora manualmente. Si son electrónicos y están conectados a la red o hacen de forma automática.
Esto es en si mismo un cambio en nuestra forma de percibir el tiempo. Cada vez el tiempo es más el mismo para todos.
¿Qué consecuencias tendrá esto en nuestros cerebros? ¿Se ajustarán unos por fin con otros y serán al fin sincrónicos?
De momento nadie, que se sepa, lo está estudiando.

jueves, 5 de septiembre de 2019

Vivir con ello


Pasear sólo por el parque escuchando el directo el Directo de Radio Futura, que es un disco tan bueno que te hace llorar
Contemplar como el gran gato naranja que vive junto a la ribera del Huerva, ocupa de nuevo su lugar bajo el Sol.

jueves, 25 de julio de 2019

Hsitorias de camarerso 89 "Me podría decir..."

- ¿Han comido bien señores? 
- Muy bien, contestan los cuatro comensales de la mesa tres
- Me alegro mucho, pues de postre tenemos:
Tarta selva negra, carpaccio de piña, natillas sin galletas, Sandía y helado de cucurucho de chocolate.
Interrumpo aquí la narración para explicar al lector cómo creo que elegiría un cerebro normal el postre. Creo yo, que una persona de inteligencia poco perjudicadica, escucharía la lista e iría rechazando lo que no le gustara. Así, el monólogo interior de esta supuesta persona normal podría ser, por ejemplo, como sigue (Pongo entre paréntesis lo que pensaría este comensal normal al oír las diferentes opciones del camarero):
- Tarta selva negra (Tarta. mejor no, he comido mucho)
- Piña (Tampoco, odio la piña)
-Natillas sin galletas (Qué ricas, si no hay nada mejor me quedo con las natillas)
- Sandía (Nada, nada, mejor las natillas)
- Helado de cucurucho de chocolate ( Fus, fus, quita, quita, que un helado me lo puedo comer en cualquier momento).
Así, nuestro querido cliente normal. diría al terminar el camarero de recitar la lista : "Yo natillas, por favor" y el asunto estaría claro y terminado. 
Volvamos de nuevo a la mesa tres, donde los cuatro comensales acaban de escuchar la lista de los cinco postres y maravillémonos de sus respuestas, y del aplomo y de la sangre fría del camarero, que majestuoso, aunque al borde del desmayo, resuelve la papeleta de nuevo heroicamente: 
Señora 1- ¿Me podría decir qué ha dicho lo primero?
Camarero.- tarta selva negra 
Seora 1- Aaaah
Señor 1 - ¿Qué ha dicho antes de la sandía?
Camarero- helado de cucurucho de chocolate
Señor 1: vale
Señora 2 - Yo un flan
Camarero- No hay flan, hay tarta selva negra......
Señor 2- Yo tarta de piña
Camarero: la tarta es selva negra, la piña es natural...
Así inasequible al desaliento, aunque a punto de sufrir una bajada de azúcar, el camarero consigue tomar los postres y mientras los sirve se pregunta ¿Cómo es posible que alguien recuerde, en vez del postre que le gusta, que ese mismo postre es el primero de la lista? ¿Cómo puede alguien recordar la sandía, y que el postre que quiere va antes de la sandía, pero no el postre que quiere comerse? ¿No es esto un esfuerzo absurdo y mayor que recordar sólo el postre que a uno le pirra? ¿Cómo es posible inventarse que hay flan cuando no se ha nombrado? ¿Y la tarta de piña, de dónde coño ha salido, alguien ha visto alguna vez una? Pero sobre todo uno se pregunta ¿Cómo consigue esta gente salir de su casa y volver a su casa todos los días, realizar sus funciones vitales e incluso reproducirse? ¿Están haciendo aguas las teorías de Darwin? ¿Han sido alguna vez estas teorías ciertas? Y sobre todo uno se pregunta : Dios mío ¿Porqué nos has abandonado?

domingo, 21 de julio de 2019

Historias de camareros 87 "El tren"

Llega un grupete de nueve personas casi nada más abrir, a eso de las ocho de la noche de un jueves.
- ¿Querían cenar? pregunto
- De momento tomar algo, y si eso, ya luego cenar
-Pues si de momento no van a cenar, si no les importa, siéntense en esta mesa de aquí de la entrada, es que as otras están montadas y reservadas para cenar
- Muy bien, contesta la chica que lleva la voz cantante cogiendo unas cartas de la barra.
Cosa extraña para un jueves de verano, el comedor se anima y entran seis, y cuatro, y la reserva de cinco que ya teníamos, y luego dos, así que ya estamos dando diecisiete cenas, bueno, me las estoy dando yo solo, muy tranquilamente y muy a gusto.
Cuando ya todas las mesas están acabando de cenar caigo en la cuenta de que en la entrada hay nueve personas que puede que cenen y puede que no, y como la cocina está a punto de cerrar vuelvo a su mesa y me dirijo a ellos diciendo:
- Si pensaban cenar este es el momento, se lo digo para que les de tiempo,  porque dentro de poco la cocina cerrará
- Muy bien, muy bien, vuelve a decir la chica de la voz cantante
Pasa un buen rato y como no dicen nada la cocina cierra, y justo antes de que la cocinera apague la plancha la chica de la voz cantante se acerca con un papel con un pedido para cenar.
- Creo que la cocina está cerrada, pero voy a preguntar a ver si hay suerte. ¿Se acuerda de que hace un rato les he avisado?
- Sí, si es verdad, a ver si hay suerte, dice ella
Entro en la cocina y hablo con la cocinera que abre de nuevo la cocina, y entre los dos decidimos que estos nueve son ya los últimos, porque es ya muy tarde.
Servimos las cenas y noto como los nueve, tras acabar de cenar, comienzan a apalancarse peligrosamente, Les retiro los platos y les pregunto si quieren café , a lo que la moza de todo el rato me dice:
- Si eso ya luego decidimos , a lo que yo contesto
- Tiene que ser ahora, es que es jueves y ya es tarde, no tardaremos en cerrar.
 Piden los cafés y se los toman , los demás clientes abandonan el local, pues son más de las once,y media  y vuelvo a sentir que los nueve van hundiéndose en sus sillas a peso mierda. Como ya es tardísimo y esto ya hace tiempo que esto se parece una de esa bromas radiofónicas llamadas "prueba de la paciencia", porque estos señores están haciendo mi horario laboral y más allá,  me acerco a la mesa con la factura y utilizando uno de mis infalibles trucos de camarero les digo:
- Lo siento señores, es que es muy tarde y tengo que coger un tren
-  ¿Un tren? Uy,ya no vamos, no nos habíamos dado cuenta de lo tarde que era, dice la de la voz cantante. Se levantan, pagan y se van. Pero no por irse dejan de dar problemas, ya me lo decía mi padre cuando tenía su bar "Hijo mío, hay gente que molesta desde mucho antes de venir hasta mucho después de irse" y qué razón tenía
Recojo la mesa y veo que faltan diez euros. Salgo a la puerta, donde el grupo sigue remoloneando,  con el plato del dinero y con el ticket y les digo
- Disculpen, faltan diez euros.
- Anda ¿quién  no ha puesto? Zutanito seguro que no has puesto tú
- Pues es verdad, dice Zutanito, no me he dado cuenta.
- Claro claro, le espetan sus compañeros
Zutanito al fin paga y algo avergonzado el grupo se va.
Dejando a un lado el "despiste" de Zutanito, que me podía haber metido en un lío porque hubieran faltado diez euros de la caja, quiero hacer notar aquí la maestría de mi truco del tren. Hace años ante una situación con clientes inamovibles apelaba a la empatía de estos y les decía que era tarde, que tenía que irme a dormir, que había quedado con una novia, que tenía un examen, que hacía dos horas que teníamos que haber cerrado, que tenía que ir al hospital  o cualquier otra cosa,  pero descubría una y otra vez, con gran tristeza, que el descanso normal y la vida privada de los camareros se la soplaba a este tipo de  clientes tardones, así que un día acerté con lo del tren y he utilizado esta excusa en múltiples ocasiones siempre  con el apoyo y con el permiso de mis jefes.
Y siendo esto así, yo me pregunto ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo es posible que la gente entienda que se tiene que ir porque el camarero tiene que coger un tren pero no se vaya si le dices que llevas dos horas contemplándoles fuera de tu horario de trabajo?
Esto, queridos amigos, nadie lo sabe.
En fin, menos mal que existe la R.E.N.F.E.

miércoles, 26 de junio de 2019

Historias de camareros 14 "La llamada de la selva"

Cualquier camarero que se precie va mirando al suelo, y con el rabillo del ojo, va oteando el panorama. De esta manera y escuchando, sabe casi siempre quién llega, quién se acerca, quién se levanta y quién se va. Así, concentrado en los pedidos que lleva en la cabeza y en la libreta, y sin dejar que cualquiera le interrumpa en su cometido, es como atiende al personal lo mejor posible y sobre todo en el orden correcto de llegada. Cuando por algún motivo, alguien al que todavía no le ha llegado su turno le dice algo como "Oiga disculpe", el camarero le contesta "Un momentito señora, ahora mismo le atiendo" para poder llevar su trabajo organizado.
Este es un sistema conocido por casi todo el mundo, y digo casi porque hay un tipo de clientes que gustan de realizar lo que he dado en llamar "La llamada de la selva".
A los camareros noveles, y a muchos veteranos les crispa los nervios esta llamada en forma de shh sht, de personas a las que en absoluto les toca ser atendidos, pues si les tocara serlo, el camarero estaría en su mesa tomándoles nota.
Ante esta ignominiosa forma de dirigirse a las personas, y por el bien de la convivencia camarero-cliente, puesto que lo que a uno le apetecería en estos momentos de tan poco respeto y de tanta tensión, es dejarlo todo a un lado, acercarse sigilosamente a traición y por la espalda al modorro, y sacudirle al bodoque un bandejazo a dos manos, al más puro estilo Bud Spencer, he desarrollado un sistema para solventar este tipo de situaciones sin violencia y sin detención policial alguna.
Se trata de seguir estos sencillos pasos:
Cuando escucho el primer sch sch me quedo parado allá donde esté, mirando el suelo, para localizar la procedencia del silbido y evitar mirar hacia allí, mal que me parta un rayo, una vez hecho esto prosigo,como si fuera totalmente sordo, atendiendo a los clientes que educádamente esperan su turno, e imaginando que es un pajarillo, por ejemplo una picaraza, pobrecica, la que chista.
Cuando el pajarraco intensifica su inútil llamada, imagino que ha cambiado el trino porque está realizando algún tipo de ritual de apareamiento y cuando a esta picaraza se le une su acompañante en la mesa (casi siempre hay una acompañante indignada al lado de un tipo así) imagino que la picaraza principal ha encontrado ya a su amada y que han comenzado el baile nupcial, que les llevará al tálamo y finalmente a la cópula, momento que se percibe claramente al variar ostensiblemente al alza el volumen, la intensidad, y el tipo de berridos que la pareja de amantes produce, ya con la vena del cuello hinchada.
Algunos llegan muy rápido al clímax, a la puesta de los huevos e incluso a la incubación de los mismos, pero es por su propio temperamento explosivo, nunca por el tiempo de espera.
Generalmente, como me tengo por un camarero competente, antes de llegar a estos extremos ya he atendido a los clientes a los que tenía que atender antes que a los tórtolos, y ya estoy junto a su sitio libreta en mano:
- ¿Qué van a tomar? les digo mientras esbozo una gran sonrisa, a lo que ellos siempre contestan indignados "Oiga, que le hemos estado llamando" a lo que yo, con toda la calma de la que soy capaz, respondo " Anda, cómo lo siento, ya me disculparán es que no ando yo muy bien del oído, de todas formas, aunque les hubiera podido oír, no hubiera podido atenderles antes, ya han podido ver la cantidad de vueltas que he dado desde que han llegado"
- Anda ¿pero nos ha visto llegar?
- Pues claro, pero comprendan que si les hubiera atendido antes que las personas que han llegado antes que ustedes, los demás clientes se hubieran enfadado, y con razón, conmigo. Imaginen que ahora que les estoy atendiendo a ustedes alguien me llama y les dejo a ustedes aquí plantados para ir a tomárles nota a ellos.
- Claro, claro, claro, pero es que no sabíamos cuándo iba a venir.
Bueno, es normal, pero ustedes ya veían que yo no paraba quieto ¿verdad? Cuando les pase esto con un sordico como yo tengan paciencia y disfruten del momento ¡Fíjense qué tarde más buena se ha quedado! qué envidia me dan, ustedes aquí tomando algo, con lo a gusto que me sentaría yo a tomarme algo aquí mismo, en esta silla.
Los clientes con este último giro lleno de humor y de amabilidad se ríen y se relajan por fin, les atiendo y se quedan más contentos que unas castañuelas, con sus bebidas, con su sitio en la terraza y con su tarde de fiesta.
Comprendo muy bien el estres, que este sistema tan refinado, puede causar en los clientes que salen de casa a enfadarse con el sufrido gremio de los camareros, de los dependientes de comercio o de con cualquier otro gremio, en vez de a salir a disfrutar de una tarde tan buena, pero con él yo sólo pretendo que el infarto le de a quién corresponde, y no a mi, que al fin y al cabo soy un simple camarero al que además le gusta su trabajo.

Me ves

Cada día estoy más seguro de que para existir hay que dejar de ser

Sólo cuando por fin la persona se ha ido para siempre, se piensa en ella con la intensidad que esta merece

Ahora que no estoy, ahora me ves.

martes, 11 de junio de 2019

Mar

Tu cuerpo es de cristal, una lente de precisión absoluta donde se filtran el espacio, el color, el tiempo, el sonido, la memoria y la luz. Todos ellos vibran  dentro de ti, y aprovechando su fuerza y su movimiento, los vas tallando en tu líquido transparente, amniótico, ancestral. Los vas doblando sobre ti y sobre si mismos, primero en posición fetal, y después, combándolos sin esfuerzo alguno, acaban atrapados en tu nueva forma final.
Ahora eres una bola de cristal, donde el espacio, el color, el tiempo, el sonido, la memoria y la luz llegan a ser una sola y simple cosa: lo que siempre quisieron y debieron ser.