martes, 14 de diciembre de 2021

Yamilet

El otro día,en la presentación del libro "Historias de camareros" el Gran Pablo Ferrer me preguntó que  cómo hacía para desahogare cuando se producía alguna situación desagradable en el bar X. Yo le contesté que mi desahogo eran estos pequeños escritos, aunque las cosas más gordas no se podían  ni contar. ¿Y durante el trabajo? me dijo él. Pues durante el trabajo uno se mete a desfogarse a la cocina, le respondí. Allí es donde uno acaba despotricando de los clientes más chungos . En las cocinas es donde ocurre todo.
Quien no haya trabajado en la hostelería, aunque haya visto muchos capítulos de Chicote, no puede imaginarse la tensión que se vive a diario en estos puestos de trabajo. Hace años que se dice que las personas que soportan más estrés son, por este orden: Los G.E.O.S. , los controladores aéreos y los segundos de cocina, así que no conviene encabronar a los segundos de cocina,  porque además del estrés tienen unos cuchillos que producen estremecimientos sólo de  verlos y unas sartenes con las que podrían romperte el cráneo en décimas de segundo. Y dicho todo esto, aquí llegamos al personaje al que yo, con todo este rodeo, quería llegar: a Yamilet con su diminutivo Yami, que es colombiana. Yami es una de nuestras cocineras y   muchas veces le toca el puesto de segunda de cocina.
Cuando empecé a trabajar con ella me sorprendió su tremenda energía y también su lengua viperina, Nada mas conocernos, comenzó a tomarme el pelo. Cada vez que entraba en la cocina me decía
- Quique tiene la culpa, y a veces añadía:  ya se lo dije a los jefes pero no me escuchan,
Las primeras veces pensé que había metido la pata en algo, las siguientes, que fueron varios cientos, pensé que Yami a lo mejor tenía algo contra mi, hasta que un día que salía yo de la cocina y entraba Rosi, antes de que se cerrase la puerta la oí decía:
- La culpa es de Rosi, la culpa es de Rosi. Por lo visto le decía lo mismo a Rosi a Rosa y a cualquiera que asomase el morro por su territorio.
Un día le pregunté a Yami para tomarle el pelo:
- Yami, ¿tu eres muy mala verdad?
y ella me contestó:
- Soy tan mala que cuando duermo no me acuesto,  me enrosco, y salí de allí otra vez atemorizado
Otro día le dije
- Yami, una de las sopas de la mesa tres que esté muy caliente
- ¿Caliente? caliente  como la lengua de tu suegra, me contestó ella mientras afilaba un cuchillo.
Yami tiene una puya preparada para cada ocasión, pero cuando un plato está muy caliente te dice:
- Ciudao te quemas
Si el suelo está resbaladizo te dice
- Cuidao te caes
Y cuando acaba el servicio y estas muerto de hambre de dice:
- Quiquelandia, le guardé un poco de judías verdes con mucha cebolla como a usted le gusta,
 Y cuando uno que es vegetariano le dice:
- Pero llevarán jamón,
Ella contesta:
- Ay Quique, Quique, se las aparté, antes de rehogarlas con el jamón, esta mañana a las diez de la mañana
Así que creo que es justo darle las gracias a Dios por Yami y por casi todos mis estupendos compañeros .
Un abrazo y salud.

lunes, 13 de diciembre de 2021

La esfera

 - Soñar es poder ver como piensa en realidad el cerebro, no de forma lineal, sino en muchas cosas al mismo tiempo.

- Sentir y pensar no son dos caras de la misma moneda, son solamente una misma esfera.

- Las nuevas generaciones no conocen el vacío, no conocen la nada, y sin este conocer no pueden conocer nada.

- Así, como las imágenes que ven las estatuas y la gente de dentro de los cuadros, son nuestros pensamientos, que no pueden tocar ni ser tocados.

sábado, 11 de diciembre de 2021

Obsidiana

 

- Hay quien por no ser nada bueno, ni tener nada trascendente o elevado en sí mismo, intenta estar en un lugar más alto, como si ser y estar fueran la misma cosa.

-El deseo se vincula a una persona, si no es así ese deseo no es deseo, es avaricia o compulsión.

- Somos nuestra memoria, quien pierde la memoria puede ser su yo del presente, o del pasado, pero nunca su yo del futuro.

- Y Dios hizo al hombre, y por tanto también a la guerra, a su imagen y semejanza.

- El éxito evolutivo no es éxito moral, sino todo lo contrario, y sobre este se construye nuestro mundo,

-El ser vivo desapareció, pero la lanza de obsidiana permanece.


martes, 7 de diciembre de 2021

La ausencia

 

-La ausencia es la mayor de las presencias.

- A veces parece que tenemos las mismas heridas, pero en realidad cada uno sólo ha vivido las suyas.

-Porque sufrimos existe Dios, si es que existe.

- El amor es un sucedáneo de la vida eterna.

- No se puede soñar con lo que no existe, pues si se sueña ya se ha creado.

lunes, 6 de diciembre de 2021

La inspiración

 


Dicen Nick Cave y muchos otros artistas que la inspiración está en el pasado, en la infancia

 Esto es cierto, pero también lo es que la inspiración puede venir del recuerdo ajeno, contenido en la obra de otros, en la infancia que subyace en toda obra

Al fin y al cabo la infancia es algo íntimo y común, quizá lo único que compartimos con todos los demás seres humanos

La infancia, en definitiva, es lo que nos hace humanos.

domingo, 5 de diciembre de 2021

Infinito



El universo es infinito, si no fuera así no podría contener en nuestras mentes el mismo pensamiento del infinito, con todo el infinito que atesora

La nada, al ser pensada también existe, como otra forma de infinito, como una ausencia total e infinita, aunque también podríamos pensar que existe, porque la nada al ser pensada es algo, pensamiento

Esta aparente paradoja inexistente, y todas las demás, se producen porque nuestro pensamiento es dualista y en este caso se debate entre entre lo positivo y lo negativo, pero al igual que no existe lo "psicosomático" porque cuerpo y mente no son contrarios, ni dos cosas separadas que coexisten unidas, sino que son una misma cosa, aunque no tengamos todavía una palabra para nombrarla, así, el infinito y la nada son la misma cosa, pues ambas como todo, están dentro del Universo, que es como su propio nombre indica, una sola cosa, ya sea real o imaginada.

Todo esto no es más que abstracción, que sólo existe en nuestro pensaniento, y pensamiento, que es en realidad la única realidad que poseemos.


viernes, 3 de diciembre de 2021

Historias de camareros "El telépata"

Queridos amiguicos, hay gente que cree en la telepatía, pero en la de los demás, sobre todo de la de los camareros. Esta misma mañana he tenido esta conversación con un señor que en muy alta voz  me ha dicho:

- Oiga camarero ¿Y el revuelto de longaniza y trigueros?

Vaya, he pensado, otro que piensa que con entonar como si estuviese preguntando ya está preguntando, y que no hace falta poner en las frases verbos, ni terminarlas, ni nada.

 A pesar de que ya sé que mirar fijamente a estos sujetos y cabecear, animando a que completen la pregunta, nunca sirve de nada, he vuelto a hacerlo, pero él ha mantenido la mirada fija sobre mí, como si yo tuviera que saber qué se le pasaba por la cabeza, así que para que no pareciera que el tonto era yo le he dicho:

- Pues el revuelto de longaniza con trigueros es eso exactamente: un revuelto de longaniza con trigueros 

- Ya pero ¿los trozos de la longaniza son grandes o pequeños?, ha terminado su pregunta por fin

- Pues lo normal en estos casos, ni grandes ni pequeños, he apostillado yo

Llegado a este punto, como estaba a punto de empezar a reírme, le he dicho al señor que ya iba a preguntarlo a la cocina, y eso he hecho. Allí la cocinera, Yami, me ha contestado que por supuesto que los trozos eran grandes, como corresponde. He esperado unos segundos para recuperarme de la risa floja y he vuelto para decirle que eran trozos grandes, como en los de cualquier revuelto que se preciase de serlo, vamos, que era un revuelto normal, y no un batido ni nada "esferificado" ni deconstruido, ni nada raro, con lo que el señor ha quedado complacido, pero aquí no ha acabado la cosa:

- Entonces de primero revuelto de longaniza y trigueros, pero oiga camarero, ha continuado, ¿Y el entrecot?

- Señor, el entrecot es un entrecot de los de toda la vida, no sé exactamente qué es lo que querría usted saber del entrecot

- ¿Cuánto pesa?, ha vuelto a soltarlo, por fin

- Pues más o menos como todos los entrecots, unos doscientos gramos, más o menos, y antes de caer de nuevo en la trampa le he dicho: espere que vamos a pesarlo. 

Y allí que he ido otra vez con Yami, con la que me he puesto a pesar el entrecot aquel, que pesaba por cierto ciento noventa y cinco gramos

Este peso le ha parecido bien al comensal que lo ha encargado "al punto"  junto con el revuelto de grandes trozos de longaniza.

Una vez hecho todo esto y habiendo cantado la comanda, he podido volver a atender a los clientes de la siguiente mesa, que eran habituales, que habían escuchado toda la secuencia, y que me miraban con la sonrisa en la boca

- Buenas tardes por fin, les he saludado, ya me disculparán señores, es que he tenido una super producción en la mesa anterior y no he podido venir antes

- No se preocupe que ya hemos oído toda la jugada, me han dicho entre risas, ya vera como con nosotros recupera el ritmo, me han dicho, no se preocupe que no tenemos ninguna prisa. Y así, gracias a ellos y a su amabilidad he podido volver al mundo real y recuperar el tiempo perdido.

Queridos amiguicos, por favor, no seáis como el señor de la alta voz, y sí como nuestros clientes habituales de la mesa de después, así no se morirán tantos camareros de shocks multiorgánicos y de infartos fulminantes bandeja en mano, y así Diosito nos podrá ir haciendo hueco, a los que vayamos cascando, poco a poco en el Cielo, que como todos sabéis está tan lleno de camareros que se lo han ganado a pulso, que a Dios casi ya no le caben más camareros a Su Diestra.

Que seáis como los clientes de la segunda mesa, que se nos cumpla, amén

P.E. : El servicio de hoy ha sido tan delirante que esto no es ni una quinta parte de todo lo que ha sucedido, así que, continuará.

jueves, 2 de diciembre de 2021

Un hombre bueno aunque gordico

 Queridos amiguicos, algunos ya sabéis que muchas veces digo que mejor que un macho alfa será siempre un hombre bueno aunque gordico como yo, y que siempre he temido que perder peso podía hacer que se evapora mi bondad y se esfumase mi tranquila conciencia. Por eso todos estos años no me ha importado empapuzarme de rosquillas, no fuera a ser esto cierto.

Pues bien, hermosos, por una serie de causas que no merece la pena nombrar, estos últimos meses he perdido algo de peso y me hallo ante un abismo, qué miedo tengo.

No se puede decir que sea un hombre flaquico, porque cuando uno es de caderas y de hombros anchos, por muchos quilos que te quites de encima, nunca se te quedará el tipín de Paul Newman, pero se me caen los pantalones, lo que pa mí es mucho.

Y aquí llegamos al lugar al que quería yo llegar, queridos todos, si en algún momento veis que me comporto como un tontolaba de macho alfa, no me digáis nada pero echadme unos cacahuetes o algo.

Que me sea posible ser un hombre bueno aunque no tan gordico y que no tengáis que echarme unos cacahuetes o algo, que se me cumpla, amén.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Cerebro


                              


Es mi cerebro el que me piensa y me crea

Mi conciencia, mi "yo", son sólo residuos de su automático pensamiento

El hecho de que yo pueda pensar que es él quien me piensa corrobora la perfección de esta ilusión

Hay un cerebro que observa su propio pensamiento, que es también pensado por él mismo

Una muñeca rusa a la vez dentro y fuera de otra muñeca rusa.


martes, 23 de noviembre de 2021

Una de psiquiatras

 La primera vez que Q vio a su primer psiquiatra le pareció que este era demasiado joven para ser tan, tan viejo. A su delgadez extrema, a su escasa barba blanca, a su calva central con sus cuatro pelos largos y alborotados en la nuca, a su bata arrebatada de bolsillos llenos de bolígrafos de colores y de chapas con manidas frases de autoayuda, que chirriaban con cada uno de sus nerviosos movimientos, le acompañaba, intuyó Q, una ignorancia labrada durante tres o cuatro décadas. Tampoco los mostosos y desvaídos posters de los años sesenta, con lemas de años los sesenta, que decoraban su despacho, ayudaban mejorar su peculiar imagen. El psiquiatra, en definitiva, le pareció a Q, uno de esos taxistas que tienen a gala llevar cuarenta años conduciendo de puta pena.

No tuvo Q siquiera tiempo de concederle el beneficio de la duda, pues su primer coctel de fármacos, sin duda demasiado fuerte para casi cualquier ser humano vivo, lo dejó postrado en cama tres días con sus noches. Al parecer el galeno, en sus buenos tiempos, había sido especialista en adicciones, y se notaba.

No hubiera sido del todo mala esta primera sobredosis de antidepresivos, de ansiolíticos, y de otros compuestos de nombres impronunciables, cuya finalidad Q desconocía, si hubiera sido la única, a la que quizás hubiera sido posible acostumbrarse con el tiempo, pero nuestro genio de la química le cambiaba por completo todos los medicamentos cada quince días, lo que era incomprensible, porque en quince días, muchos de estos compuestos psiquiátricos no logran atravesar la barrera hematoencefálica y no llegan a hacer efecto, y este efecto al no existir no puede ser valorado, así que cambiando las pastillas cada dos semanas, se impedía que estas le hicieran ningún bien al pobre Q, que se quedaba sin armas para enfrentarse a su depresión mayor y a su ansiedad, y sin embargo le proporcionaban además, al ser retiradas de golpe y porrazo, un síndrome de abstinencia digno de la antigua especialidad del facultativo.

Después de dos meses y medio de cambios Q entró en razón, y comprendió que sin lugar a dudas su propio psiquiatra, que quizás estuviera intentando suicidarse por sujeto interpuesto, necesitaba más ayuda que él mismo, y pergeño un plan. Fue a ver al médico y le pidió que le redactase un informe bajo el pretexto de tener que entregarlo a la mutua que gestionaba su baja laboral.

A los tres días nuestro héroe volvió a la consulta a recoger su encargo. Tal como Q esperaba, el informe, que leyó ante su autor, era demoledor, en él, después de fabular una serie de incongruencias que nadie podría sostener, se recomendaba a Q, que por entonces tenía la tierna edad de cuarenta años, iniciar los trámites para solicitar una incapacidad, puesto que su caso era "Muy difícil, por no decir imposible".  Después de este primer susto, Q, que estaba deshecho por el diagnóstico, decidió observar el escrito con atención, y descubrió, lo que le produjo un ataque de risa floja, que aquél documento decía mucho más de aquel que lo había redactado, que de él mismo. Para empezar el médico ni siquiera se había molestado en pasar sus grotescas conclusiones al ordenador, y su letra infantil se despeñaba de un lado a otro del papel, zigzagueando al llegar al final de cada línea, adaptándose a los diferentes recuadros que conformaban el impreso de informe oficial preceptivo; estaba claro que aquél hombrecillo ya no estaba en sus cabales.

Mientras reía y miraba al doctor, que con los ojos muy abiertos pensaba que era Q el que había entrado en alguna fase maniaca, Q acertó a decir:

-Estimado doctor, si su diagnóstico es este no le importará que cambie de psiquiatra, no puedo conformarme sin pedir una segunda opinión, a lo que él contestó, saltando de la silla desairado, y cerrando la historia clínica de Q con un sonoro manotazo:

- Por supuesto, vaya usted donde considere oportuno, faltaría más,

- Entonces, dijo Q, le doy el alta a usted, señor mío, y tras propinarle un buen apretón de manos, salió de allí sin dar tiempo a que su asombrado interlocutor pudiera reaccionar.

Poco después Q encontró a un gran psiquiatra que le tranquilizó, que le explicó que su caso era de manual y que en pocos meses mejoraría sin duda alguna. Los vaticinios de este buen hombre se cumplieron, y gracias a sus sabios cuidados Q se recuperó de aquella enfermedad.

Hoy día Q todavía recuerda la alegría con la que entraba y salía de aquella nueva consulta, y se sonríe pensando en lo acertado que estuvo, incluso atiborrado de estupefacientes, en dar el alta a su primer psiquiatra,