lunes, 17 de octubre de 2016

Las palomas y el tranvía.

 

  Una paloma ha acabado bajo las ruedas del tranvía. Sólo quedan de ella algunas plumas ensangrentadas entre las hendiduras de las vías.

   Las palomas, como no podía ser de otro modo también se están quedando sordas, igual que nosotros. También a ellas se les embotan los sentidos con el ruido y con la contaminación.

    Los tranvías por el contrario se han quedado mudos, hoy día son silenciosos, algo curioso en medio de tantos decibelios de tal forma que tampoco los humanos los oímos venir y ellos pierden parte de su esencia no anunciándose al llegar.

Amarlo.

 

     Mis pies se sustentan en algo tan débil, tan frágil, tan duro, tan profundo...

     Es un niño y su llanto, un niño que busca desesperádamente algo que le calme sin encontrarlo, a pesar delos años.

    Ahora que ya he llegado a la mitad de la vida puedo verlo, comprenderlo y amarlo.

domingo, 16 de octubre de 2016

El claxon.


 Puesto que parece que las cosas verdaderamente importantes son difíciles de cambiar se podría mejorar, al menos el sonido del claxon.

 Para empezar no estaría mal incorporar un control de volumen con dos posiciones. Igual que los coches tienen luces de cerca y de lejos y nadie se vuelve loco por eso, podía este control de volumen tener dos posiciones, que podrían ser llamados carretera y ciudad. 

 Para terminar estaría bien añadir algún otro sonido más, creo que por lo menos se necesitarían tres, uno para pedir disculpas, otro para dar las gracias y un último para mandarlo todo a tomar por culo.


sábado, 15 de octubre de 2016

Gente con gato, gente sin gato.


Pienso en el pobre Fanz Kafka, en sus escritos, en sus sueños, en sus cartas, en su angustia, en su tristeza. Kafka era, hasta donde yo sé, un escritor sin gato.

Pienso en Van Gohg, pobre Vicent, trabajando sin descanso en sus cuadros, alcoholizado, sifilítico, sin amor, sin oreja. Un ser humano que sufría en su búsqueda del color, que quería atrapar la belleza del mundo. Pidió ser ingresado en un psiquiátrico para no causar problemas y acabó pegándose un tiro en el pecho con la pistola que usaba para espantar a las palomas de los trigales. Las cartas que le escribió a su hermano Theo le revelan como un gran ser humano, un sabio. (Un sabio tiene el mismo derecho que cualquiera a volverse loco).
Van Gohg fue toda la vida un pintor sin gato.

Pienso entonces en Sylvia  Plath. La primera vez que intentó suicidarse era todavía una joven estudiante, falló en la dosis y acabó vomitando las pastillas. La segunda vez, ya casada, se levantó una mañana, les subió el desayuno a los niños y metió la cabeza en el horno. No hubo una tercera.

Virginia Wolf  se metió en el río con los bolsillos llenos de piedras para morir ahogada como Ofelia.
Que se sepa ni Virginia ni Sylvia tenían gato, eran también escritoras sin gatos.

María Zambrano en su exilio francés llego a tener veintiocho felinos aunque ella vivía en el campo, cuando volvió a Madrid se  trajo sólo dos.

Charles Bukowski no tuvo gatos hasta que fue un hombre maduro asentado, decía que debía haber muerto varias décadas antes a causa de sus excesos, daba gracias por todos aquellos años “ de propina” mientras escribía y acariciaba a alguno de sus ocho gatos.

Yo de momento tengo dos gatos, Nada te ata tanto a la tierra ni a la vida, nada te enseña tanto, ni te equilibra tanto como tener gato, aunque me pregunto cuántos serían para mí suficientes.

jueves, 13 de octubre de 2016

Árbol caído



 Un árbol ha caído en mitad del bosque. Nadie lo ha visto caer ni lo ha oído pero yo sé que ha ocurrido.
Se ha llevado por delante la humilde y antigua línea telefónica que unía nuestras dos casas cada vez más separadas.

  Primero fue el terremoto que engulló el puente por el que cruzar al lado del otro. Luego llegaron los hielos invernales que cortaron el camino largo, que de no utilizarse ya andaba casi perdido entre la maleza.

  Ahora, con esto del puente no sabe uno cuando salir de casa a buscarte.
Los gatos arañan las ventanas por dentro intentando atrapar sus propios reflejos yo tampoco puedo hacerlo pero seguro que ellos lo intentarán más tarde y lo conseguirán en sus sueños.

Melocotón

 

 En mis sueños descanso desnudo y destapado sobre la cama con los brazos en cruz, la mano de una mujer desconocida que aparece flotando sobre mi cabeza sostiene un melocotón.

 Lo suelta con delicadeza y la fruta rueda elegantemente  atravesando mi frente, nariz, cuello y torso.
Al llegar a mi abultado abdomen cae hacia la izquierda volviendo en dirección a mi cabeza rodando a lo largo de mi costado.

  Una vez en mi axila la mano lo recoge y vuelve a lanzarlo sobre mi frente con el mismo resultado, aunque en esta ocasión el melocotón se desvía hacia la derecha y es mi costado derecho sobre el que vuelve llegando a la otra axila.

 No me molesta el tacto que es todo lo suave que puede ser esta fruta pero cuando la misteriosa mujer se dispone a lanzarla por tercera vez un picor insoportable me recuerda que soy alérgico al melocotón.
Me arde la frente, el pecho, la tripa y los costados y este picor es lo que logra despertarme con todas esas partes de mi piel enrojecidas.

  Me pongo una crema que tengo para estos casos y tomo un potente antihistamínico por vía oral. Finalmente me ducho para calmar la piel.

  Un poco más tarde, ya restablecido por completo consulto uno de mis diccionarios “El lenguaje de los símbolos” que en la entrada “Melocotón” dice:

 “En China el melocotón es símbolo de la inmortalidad y longevidad… suele representarse surgiendo del jardín del paraíso donde su árbol da fruto cada tres mil años”
¿Es posible que esta interpretación sea tan certera? Es verdad, tengo alergia a esta fruta, a la longevidad y a la vida.

lunes, 3 de octubre de 2016

Contra


  Se dice a menudo que una sola nota musical no puede estar desafinada y que nos damos cuenta de que por ejemplo la guitarra está desafinada, cuando tocamos varias notas a la vez, es entonces cuando nos ponemos a dilucidar que cuerda es la que está desafinada contra las otras (a veces puede ser más de una, o todas).

  Asimismo nos sentimos solos “en contra”  de los otros, en contraste con los otros, por eso la soledad no aparece siempre cuando estamos solos y sin embargo podemos sentirnos solos entre la gente, contra la gente.