No es lo mismo “el porvenir” que “el por llegar”. El
porvenir está lleno de ilusión o al menos de esperanza.
Cuando la
ilusión y la esperanza desaparecen llega “el por llegar”, que es vivir en el
presente pero no de una forma voluntaria como haría un maestro zen.
El por
llegar viene cuando ya no se espera nada de la vida, ni bueno ni malo. Ya no se
trata de ser o de llegar o de llegar a ser o de hacer o de dejar de hacer o
simplemente de tener. Solo se trata de “estar”, como hacían nuestras abuelas.
—¿Qué hace, abuela?
—Pues que voy a hacer, nada,
estarme.